Gramática española los sintagmas

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Gramática española los sintagmas

 

LOS SINTAGMAS

 

La formación de los sintagmas.  

El núcleo

La noción de estructura interna, aplicada en el capítulo anterior al análisis de la oración, sirve también para caracterizar los distintos tipos de unidades intermedias que pueden reconocerse. Comparemos los siguientes sintagmas:

(1)        a. el ministro de Economía de mayor trascendencia
b. muy propenso al debate en su vida pública
c. casi difundió la información imprudentemente
d. más hacia la derecha
e. bastante lejos de mi casa

Aunque existan claras diferencias entre estos sintagmas, advertiremos, sin embargo, que podemos reconocer importantes similitudes. En cada uno en­contramos una palabra que determina la categoría del sintagma: el núcleo. Lo que hace que el ministro de Economía... sea un sintagma nominal –SN– es que su núcleo ministro es un sustantivo, (b) es un sintagma adjetivo –SA– porque su núcleo, propenso, es un adjetivo. Asimismo, en (c), un sintagma verbal –SV–, el núcleo es el verbo difundir, (d) es un sintagma que denota una direc­ción: precisamente ese valor direccional proviene de la preposición hacia; por ello (d) es un sintagma preposicional –SP–. Por último, la categoría del sintag­ma adverbial –SAdv– depende de que su núcleo sea un adverbio. Todos los sintagmas tienen, pues, un núcleo; son endocéntricos. [57]
El estructuralismo norteamericano definía al núcleo como el constituyen­te cuya distribución coincidía con la del sintagma. Así, en manzana roja el nú­cleo era manzana ya que compartía los mismos contextos que la construcción. A partir de esta noción de núcleo, los sintagmas eran clasificados en endocén­tricos y exocéntricos según contuvieran o no un constituyente capaz de susti­tuir a toda la construcción. De acuerdo con tal criterio, resultarían exocéntri­cos sintagmas como hacia la derecha, difundir la noticia e incluso la manza­na roja, dado que la sustitución del sintagma por su núcleo provoca la agramaticalidad de la oración resultante:

(2)       a. *Corrieron el mueble hacia.
b. *El tribunal se niega a difundir imprudentemente.
c. *Comí manzana sin pelar.

Dados tales problemas en la definición distribucional de núcleo, otros gra­máticos han propuesto identificarlo como el elemento obligatorio de un sin­tagma. También aquí nos encontramos con dificultades ya que no resulta sen­cillo determinar cuáles son los constituyentes omisibles. Nótese que mientras que el objeto de difundir no es suprimible, el de comer sí lo es, de manera que algunos verbos resultarían núcleo de construcciones endocéntricas y otros, en cambio, formarían parte de una construcción exocéntrica. Por otra parte, la definición de núcleo cómo constituyente obligatorio acarrea problemas suple­mentarios ya que es precisamente el núcleo el constituyente que puede elidir­se en determinadas condiciones:

(3)                   Marcelo eligió la manzana verde y Gustavo la roja.

Si se define, en cambio, el núcleo como el constituyente que determina la índole categorial de todo el sintagma, se evitan estas dificultades y se arriba a una interesante generalización: todas las construcciones son endocéntricas, cualquiera sea su complejidad interna y la categoría a la que pertenezca su nú­cleo. El caso más refractario parecería ser el de los sintagmas preposicionales porque, mientras que en las otras categorías el núcleo puede prescindir, en de­terminadas condiciones, de sus complementos (así, en (la) el ministro, en (le) bastante lejos), esto nunca ocurre en el caso de las preposiciones. Sin embar­go, puede fundamentarse el carácter nuclear de la preposición atendiendo a los siguientes hechos:
a. Es la preposición la que determina las características de la construcción en su conjunto. Así. la encabezada por hacia o hasta indicará dirección, mien­tras que la de desde, el origen; con sobre, bajo, en tendremos un locativo. En [58] Se fue...la oficina, el carácter de dirección o de origen estará determinado por la preposición que se seleccione: a o de. Un mismo SN puede estar encabeza­do por preposiciones diferentes, y de ellas dependerá el significado de la cons­trucción: sobre/ hacia / con... la cama.
b. La relación entre la preposición y su término se asemeja a la existente entre el verbo y su objeto. Si no se cuestiona el carácter nuclear del verbo, aun cuando la construcción en su conjunto no pueda ser sustituida por el verbo so­lo: Juan usó el cepillo / *Juan usó, correspondería hacer lo mismo en con el cepillo/ *con. Adviértase que la relación existente entre usar y su objeto es si­milar a la que se da entre con y su término.
c. Es más, una de las características fundamentales de un núcleo es im­poner propiedades morfológicas a los constituyentes que le están subordina­dos. En ese sentido, el núcleo es el constituyente que determina ciertas pro­piedades de los demás constituyentes del sintagma. Esta relación se deno­mina rección. Así, el verbo rige su objeto y determina que, cuando éste es un pronombre personal, aparezca en una cierta forma: el caso es la propie­dad morfológica de los pronombres que depende del rector. El verbo usar rige caso acusativo: lo limpió con el cepillo. De manera similar, la preposi­ción rige el caso terminal del pronombre personal: para mí (y no para yo ni para me).

 

Los otros constituyentes del sintagma

En cada uno de los sintagmas de (1), el núcleo selecciona un constituyen­te, cuyas propiedades determina: el complemento: de Economía, al debate, la información, la derecha, de mi casa. La gramática tradicional reconocía dos clases de verbos según seleccionaran o no un objeto directo: los verbos transitivos e intransitivos, respectivamente. En realidad, esta distinción puede extenderse a las otras categorías, con las lógicas diferencias derivadas de las características de cada una de ellas. Por otra parte, hay que entender "complemento" en un sentido más amplio que el de objeto directo: el verbo insistir, por ejemplo, es intransitivo: sin embargo, selecciona un complemento, enca­bezado por la preposición en: insistió en sus reclamos. Sus derivados "here­dan" esta selección: la insistencia en sus reclamos, insistente en sus reclamos.
Así tendremos sustantivos "intransitivos", como la mayor parte de los sus­tantivos concretos perro, ventana, casa, seda, arena y sustantivos "transiti­vos" como los relacionales padre, hijo, estudiante, gobernador y los deriva­dos visita, llegada, destrucción. También puede aplicarse la distinción a la [59] clase de los adjetivos: los que designan propiedades físicas son, por lo gene­ral, intransitivos alto, rubio, gordo; en cambio, adjetivos como proclive, fácil, capaz, orgulloso seleccionan un complemento encabezado por una preposi­ción determinada: proclive a, capaz de, contento con. Los adverbios no selec­cionan complemento (adviértase que, si bien fácil es un adjetivo transitivo, el adverbio correspondiente, fácilmente, no lo es), salvo algunos pocos como cerca, antes, después, independientemente. Las preposiciones exigen la pre­sencia del complemento. Las similitudes semánticas y de distribución entre preposiciones y algunos adverbios como:

(4)       a. Lo dejó bajo la cama.
b. Lo dejó debajo (de la cama).
c. Lo dejó abajo.

han llevado a algunos gramáticos a sostener que palabras como abajo, arriba, adelante, atrás, afuera, adentro son preposiciones intransitivas. Otras como debajo, encima, delante, detrás, fuera, dentro son facultativamente transitivas ya que el complemento, encabezado por de, puede omitirse, a diferencia de lo que sucede con las preposiciones tradicionales, que son obligatoriamente transitivas.
Todos los sintagmas de (1) constan, pues, de un núcleo seguido del com­plemento. Por otra parte, a la izquierda de cada núcleo aparecen palabras gra­maticales: determinantes, cuantificadores, adverbios de grado, todos ellos pertenecientes a clases cerradas fuertemente estructuradas. La función de es­tas palabras es la de determinar, situar, cuantificar. Son los especificadores.
Volcaremos toda esta información en un diagrama arbóreo similar al ela­borado en el capítulo anterior. En cada caso de (1) el núcleo irá acompañado por un especificador y un complemento, a izquierda y derecha, respectiva­mente, pero a distinto nivel jerárquico. Como todos estos sintagmas tienen una estructura común, representaremos el nudo último –es decir, la categoría léxica– por una variable que represente a las varias categorías, X. La relación más estrecha la mantiene el núcleo –la categoría léxica X– con su comple­mento, que se halla en una relación de fraternidad estructural con él. Ambos son dominados por la primera proyección o expansión del núcleo: X' (X con una barra). A su vez. ésta y los especificadores correspondientes son domi­nados por la proyección máxima, que se representa por la categoría del núcleo seguida por doble barra: X´´ (N´´, A´´, V´´, P´´, Adv´´) o bien por su denomina­ción equivalente SX (SN, SA, SV, SP, SAdv).
Todos estos sintagmas son, pues, expansiones de su núcleo, la categoría lé­xica (X). Ahora bien, no hemos incluido hasta aquí otras dependencias que [60] aparecen en nuestras construcciones (1), que no son complementos ni especificadores sino modificadores o adjuntos:

(5)       a. el ministro de Economía de mayor trascendencia
b. muy propenso al debate en su vida pública
c. casi difundió las noticias imprudentemente

El núcleo ministro va seguido por dos sintagmas preposicionales. A pesar de que coinciden en su índole categorial, estos dos SSPP se comportan de ma­nera diversa, como lo demuestran los siguientes hechos:
a. El núcleo selecciona a sus complementos. El carácter relacional del núcleo requiere la presencia de un SP: precisamente del SP que expresa el área de la que es ministro. El SP seleccionado por el núcleo será, entonces, de Economía; en cambio, de mayor trascendencia no es requerido por el núcleo.
b. La categoría de complementos y modificadores: El complemento se realiza mediante un SP. En cambio, el modificador admite varias realizacio­nes categoriales alternativas: el ministro de Economía más trascendente, el ministro de Economía que tuvo mayor trascendencia. Como vemos, en lugar de un SP el modificador puede ser un SA o una oración. Por otra parte, mien­tras que los complementos se hallan siempre a la derecha de su núcleo –al me­nos en lenguas como el español–, los modificadores pueden ubicarse a ambos lados del núcleo: el más polémico ministro de Economía, el ministro de Economía más polémico.
c. El número de complementos está restringido: en nuestro caso minis­tro sólo requiere uno. Algunos verbos (y sustantivos derivados) seleccionan dos o incluso tres: donar semillas a los productores, la donación de semillas a los productores. En cambio, teóricamente no hay límite establecido para los elementos facultativos: el polémico ministro de Economía argentino, que de­nunció las mafias.
d. El orden relativo que ocupan ambos SSPP también indica que la re­lación entre el núcleo y el complemento es más estrecha que la que se esta­blece con el modificador: *el ministro de mayor trascendencia de Economía.
e. Complementos y modificadores no pueden coordinarse. Si ambos SSPP tuvieran la misma función podrían coordinarse. Se requiere distinguir­los, dado que la coordinación resulta agramatical: *el ministro de Economía y de mayor trascendencia.

Todos estos datos demuestran, entonces, que corresponde asignar cada uno de los SSPP a un nudo distinto del diagrama arbóreo. ¿Dónde ubicaremos los modificadores? Evidentemente, no es posible situarlos en fraternidad es­tructural con X. la categoría léxica, ya que, a diferencia de los complementos, [61] no son seleccionadas por ésta. Asimismo, tampoco están dominados por el nú­cleo más alto, X´´, dado que están en posición más baja que el especificador. Corresponde, pues, ubicarlos en fraternidad estructural con X´.

Las relaciones sintácticas

Especificadores, modificadores y complementos son dependientes del nú­cleo. Entre el núcleo y sus dependientes la relación es asimétrica, pues se ha­llan a distinto nivel. Esta relación asimétrica se denomina subordinación.
La coordinación es también una relación estructural pero entre consti­tuyentes de igual estatus: se da normalmente entre constituyentes de la mis­ma categoría y del mismo número de barras. Comparemos los siguientes ejemplos:

(8)       a. El vicepresidente de la Nación y el presidente de la cámara de di­putados
b. El vicepresidente de la Nación y presidente de la cámara de se­nadores
c. El compositor e intérprete de esta canción

En cada uno de estos ejemplos se coordinan proyecciones de N. En (a), N", proyecciones máximas: cada una designa a un individuo diferente. En (b), N' y, en cambio, en (c), N, los núcleos últimos, las categorías léxicas –en es­tos últimos casos, ambos constituyentes designan un mismo individuo

Formas de realización

Hasta aquí hemos respondido a una de las preguntas cruciales que se plan­tea un gramático: ¿qué es una estructura gramatical posible? Para ello hemos apelado a nociones funcionales y categoriales y a las relaciones estructurales que se reconocen entre sus constituyentes. El diagrama arbóreo representa la configuración abstracta de los constituyentes y sus relaciones.
Ahora bien, al gramático le interesará también estudiar cómo esa estructu­ra abstracta se realiza en una lengua particular. Cuando hablamos de "realiza­ción", nos referimos a los mecanismos formales por los que se manifiestan es­tas relaciones, es decir, a las marcas que las identifican. Como señalamos en el capítulo anterior, no tenemos acceso directo a la estructura interna de la ora­ción o de la construcción. El léxico –en forma particular, el verbo– determina las características generales de su organización: si en una oración figura un verbo como poner, prevemos que hallaremos un SN (lo que se pone) y un SP o un SAdv (en donde se lo pone). Pero si, por ejemplo, hallamos una oración de la que desconocemos el significado de las palabras que la componen, ¿có­mo organizarla?

(10)      La perinación infrectosa romanea los ornates en el costero. [64]

Evidentemente, en primer término, deberemos asignar las palabras a las clases correspondientes. Reconocemos cuatro palabras: los artículos y la pre­posición en. A partir de éstas, podremos inferir que en el costero será un SP compuesto por una P seguida de un SN. Entre las palabras restantes debere­mos hallar el verbo: éste es fundamental no sólo porque en él se asientan los sufijos flexivos de concordancia, que nos permitirán identificar al sujeto, sino también porque determina el tipo y número de los argumentos que exige. Ob­viamente, los ornates es un SN, dado que va encabezado por un artículo; des­cartamos la posibilidad de que sea el sujeto porque no concuerda con ningu­no de los candidatos para la categoría verbal –infrectosa, romanea. También en la perinación reconocemos un SN no sólo por la presencia del artículo si­no también por la del sufijo derivativo nominalizador. En cuanto a infrectosa, nos guiará tanto la presencia del sufijo flexivo, que permite inferir la concor­dancia con el sustantivo precedente, como la del sufijo derivativo -osa para asignarlo a la clase de los adjetivos. De acuerdo con el análisis, todo el SN la perinación infrectosa será el sujeto y el SN los ornates, el O.D. Obviamente, el verbo será romanea.
Como se ve, la estrategia seguida consiste en identificar las marcas forma­les que permiten reconocer los constituyentes y las relaciones que se estable­cen entre ellos. Es muy probable que no encontremos habitualmente ejemplos en español tan extremos como éste. Cuando aprendemos una lengua extranje­ra, sin embargo, procedemos de un modo similar para reconocer la estructura.
Estas marcas formales, sin embargo, no son meros índices identificatorios sino que constituyen la condición para que se establezcan las relaciones entre los constituyentes. Se denominan marcas de función, que sirven como formas de realización de las relaciones entre los constituyentes. Son las siguientes:
a. La asignación categorial. Una secuencia como Vino envenenado de Mendoza es ambigua. La ambigüedad no es léxica (como en el caso de los ho­mónimos) sino que reside en que la primera palabra puede pertenecer a dis­tintos lexemas: uno sustantivo, vino, y otro verbal, venir. Sin duda, para identificar la estructura y los constituyentes involucrados, es necesaria la informa­ción categorial. Para clasificar las palabras en sus clases léxicas, nos valemos de pautas formales: morfológicas –los sufijos derivativos y flexivos cuando se trata de palabras complejas–, y sintácticas:

(11)      a. Paula llegó sucia.
b. Paula jugó sucio.
(12)      a. Llegó enferma.
b. Llegó la enferma. [65]

Mientras que en (11a) el constituyente posverbal es un adjetivo, como lo indican los rasgos de género y número compartidos con el sujeto, en (11b) se trata de un adverbio. En (12) la presencia del artículo en (b) es una marca de función del carácter nominal del sintagma.
b. El orden estructural. El orden es relativamente libre en español en lo que respecta a la posición relativa de los sintagmas. Sin embargo, dentro del sintagma el orden de algunas clases de palabras es fijo. Las palabras átonas como los artículos, los clíticos, algunos auxiliares (las formas átonas de haber y ser) y preposiciones ocupan una posición fija ya que, al carecer de acento, necesitan apoyarse en la palabra siguiente o precedente.
Ya hemos visto que las relaciones configuracionales que se establecen en­tre los constituyentes de una determinada construcción son el dominio y la precedencia. A diferencia de la primera, la precedencia es una relación direc­tamente observable que concierne al orden lineal. Sin embargo, no siempre coinciden el orden lineal y el estructural. Hemos comprobado en el capítulo anterior que dos formas adyacentes pueden pertenecer a distintos constituyen­tes; por lo tanto, la relación que se establece entre ellas es mediata (colombia­no en). Incluso, como vimos en este capítulo, entre formas pertenecientes a un mismo constituyente, la relación de adyacencia puede corresponder a órdenes estructurales distintos. (Recordemos el esquema de X': en el caso de el minis­tro de Economía, el SP es el complemento y, por lo tanto, se une a N; en cam­bio, en un SN con una .estructura aparentemente idéntica el ministro de mayor trascendencia, el SP se combina con un N´. Ocupan, pues, posiciones distin­tas en la configuración del SN, como se advierte cuando aparecen juntas en una misma secuencia: el ministro de Economía de mayor trascendencia. Es necesario distinguir estas relaciones, basadas en el orden estructural, del or­den lineal en el que se presentan las palabras.
El español es una lengua de orden flexible, en la que los constituyentes no están dispuestos necesariamente según el orden estructural. Distintos tipos de factores (estilísticos o rítmicos) hacen que a veces el modificador se interponga entre el núcleo y su complemento: la fe ciega en mis hijos, la llegada sorpresi­va de Pedro, el ganador indiscutible de estas elecciones, difundir imprudente­mente las noticias. El diagrama arbóreo que las representa sigue siendo (6).
c. Flexión ypalabras gramaticales. Hay palabras relacionales (las pre­posiciones y las conjunciones) y sufijos flexivos especializados en marcar las relaciones entre los constituyentes de una construcción. En una lengua como el latín, las funciones de los elementos nominales se realizaban, fundamental­mente, mediante las marcas flexivas de caso. En español sólo los pronombres personales se flexionan en caso (yo, me, mí). Algunas preposiciones, que ca­recen de valor léxico, sirven como marcas de función que indican la función [66] del SN que les sigue. Así, a en el O.D. personal (adoro a mi hija), por en el agente de la pasiva (el debate fue rechazado por el presidente) o de en los SSNN cuyo núcleo es un sustantivo derivado (la compra de café colombia­no). Mientras que en el SV el OD no personal queda marcado por el orden (compró café), el sustantivo derivado requiere una preposición como marca de función que posibilita la presencia del complemento. Las otras preposicio­nes son marcadores impuros porque, además de permitir la relación con el tér­mino, tienen un valor lexical. Bajo, sobre, ante, entre son los núcleos de los SSPP que encabezan. También entre los coordinantes (y, o, ni, pero) puede establecerse esta distinción: sólo y es una mera marca de función.
d. También la concordancia permite identificar relaciones estructurales entre los elementos. La concordancia es una forma de redundancia entre cons­tituyentes relacionados –adyacentes o no. Los rasgos flexionales covarían y caracterizan a toda la construcción. Así en las tibias tardes otoñales, el núcleo del SN impone los rasgos flexionales de género y número a su especificador y a los modificadores adjetivos. La relación entre el sujeto y el núcleo del pre­dicado también está marcada por los rasgos flexionales compartidos (número y persona). Si bien el SN la historia del emperador que conmovió al mundo es ambiguo (el antecedente del relativo que puede ser el emperador o la his­toria del emperador), ya no lo será la historia de los emperadores que con­movieron el mundo: La concordancia nos permitirá identificar, en este caso inequívocamente, el antecedente del relativo. Asimismo, en el caso de la cons­trucción ambigua Vino envenenado de Mendoza, cualquier alteración de las propiedades flexionales del núcleo desambigua la construcción:

(13)      a. Vinieron envenenados de Mendoza.
b. Vinos envenenados de Mendoza.

e. En la concordancia tanto el núcleo como los otros constituyentes com­parten las propiedades flexionales. En la rección o régimen, en cambio, el núcleo impone una determinada característica de flexión a su complemento, aunque carezca de ella. La preposición rige el caso terminal en su término, cuando éste es un pronombre personal: por mí, para sí. Comparemos las si­guientes oraciones:

(14)      a. Hasta mí llegaron las voces.
b. Hasta yo lo sabía.

El caso terminal de (a) indica que el pronombre está regido por una pre­posición: hasta es el núcleo del SP. En cambio, en (b) hasta no impone ningún [67] rasgo flexional al pronombre –e incluso es suprimible: yo –nominativo– es el sujeto. Hay que distinguir, pues, un hasta preposición de su homónimo adverbio a partir de la posibilidad de rección que sólo la primera posee.
El verbo rige el caso del objeto: mientras que obedecer rige un O.I (dati­vo), respetar un O.D (acusativo).

(15)      No le obedecí pero lo respeto.

Por otra parte, algunos verbos (y sus derivados, nominales y adjetivos) ri­gen la preposición que encabeza su complemento: confiar en, disponer de, in­sistir en, depender de, contar con...

f. También la entonación permite identificar relaciones. Aísla mediante un contorno entonacional propio los elementos marginales:

  1. a. Los alumnos que no querían asistir al acto se retiraron antes.

b. Los alumnos, que no querían asistir al acto, se retiraron antes.

  1. a. Juan habló naturalmente.

b. Juan habló, naturalmente.

Su función es distintiva, como se advierte al comparar las oraciones de cada par. En (16a) la relativa restringe al antecedente indicando que sólo se trata de un subconjunto; en (16b), la relativa sólo añade una información su­plementaria. En (17a) el adverbio modifica al verbo: indica la manera en que Juan habló: en (17b) el adverbio modifica a toda la oración; se trata de un comentario del hablante que se relaciona con las condiciones de su enunciación.
Además, la entonación permite distinguir los tipos de oraciones (las ora­ciones interrogativas o exclamativas de las declarativas). Por último, tiene también una función delimitativa al señalar el límite de la oración.

 

 

Fuente del documento: MANUAL DE GRAMÁTICA DEL ESPAÑOL http://coleccion.narod.ru/manuales/Tuliomanualdegramatica.doc

Sitio para visitar: http://coleccion.narod.ru/ y http://www.ssdnet.com.ar/edicial

Autor del texto: ÁNGELA DI TULLIO

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