Gramática española morfología y la sintaxis

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Gramática española morfología y la sintaxis

 

LA MORFOLOGÍA

 

La Morfología y la Sintaxis comparten la palabra como unidad. Para la primera el análisis se detiene en la palabra, para la segunda se inicia en la pa­labra. La Morfología se ocupa de la estructura interna de las palabras. En es­te capítulo nos ocuparemos de definir:
A. ¿Qué se entiende por "estructura interna de la palabra"?
B. ¿Qué clase de unidad es la palabra?
Nuestro tratamiento de la morfología será sumamente sucinto: apuntará fundamentalmente a las cuestiones que tienen una particular relevancia para la sintaxis.

 

La estructura interna de la palabra

1. Los formantes morfológicos

Una palabra tiene estructura interna cuando contiene más de un formante morfológico. Un formante morfológico o morfema es una unidad mínima que consta de una forma fonética y de un significado. Comparemos las siguientes palabras: gota, gotas, gotita, gotera, cuentagotas. Gota es la única de es­tas palabras que consta de un solo formante. Carece, entonces, de estructura interna. Es una palabra simple. Todas las otras palabras tienen estructu­ra interna. [31]
Los formantes que pueden aparecer como palabras independientes son formas libres. Los otros, los que necesariamente van adosados a otros morfe­mas, son formas ligadas.
Cuentagotas contiene dos formantes que pueden aparecer cada uno como palabra independiente. Es una palabra compuesta.
Gotas, gotita y gotera también contienen dos formantes, pero uno de ellos (-s, -ita, -era) nunca puede ser una palabra independiente. Son formas ligadas que se denominan afijos. Algunos afijos van pospuestos a la base (gota), co­mo los de nuestros ejemplos: son los sufijos. Otros afijos la preceden: in-útil, des-contento, a-político: Son los prefijos. Las palabras que contienen un afi­jo se denominan palabras complejas.
Del inventario de formantes reconocidos, reconoceremos dos clases:
a. Algunos son formantes léxicos: tienen un significado léxico, que se de­fine en el diccionario: gota, cuenta. Se agrupan en clases abiertas. Pertenecen a una clase particular de palabras: sustantivos (gota), adjetivos (útil), adver­bios (ayer), verbos (cuenta). Pueden ser:
- palabras simples (gota, útil, ayer);
- base a la que se adosan los afijos en palabras complejas (got-, politic-);
- parte de una palabra, compuesta (cuenta, gotas).

b. Otros son formantes gramaticales: tienen significado gramatical, no léxico. Se agrupan en clases cerradas. Pueden ser:
- palabras independientes: preposiciones (a, de, por), conjunciones (que, si);
- afijos en palabras derivadas (-s, -ero, in-, des-);
- menos frecuentemente, formantes de compuestos (aun-que, por-que, si-no).

Entre las palabras no simples consideradas hasta aquí, cada una contenía sólo dos formantes. En otras un mismo tipo de formantes se repite:
- sufijos: region-al-izar, util-iza-ble;
- prefijos: des-com-poner. ex-pro-soviético,
o también formantes de diferentes tipos pueden combinarse entre sí:
- prefijo y sufijo: des-leal-tad, em-pobr-ecer;
- palabra compuesta y sufijo: rionegr-ino, narcotrafic-ante.

En la combinación de prefijación y sufijación, se distinguen dos casos, ilustrados en nuestros ejemplos. En deslealtad, la aplicación de cada uno de los afijos da como resultado una palabra bien formada: si aplicamos sólo el prefijo se obtiene el adjetivo desleal; si aplicamos sólo el sufijo el resultado será el sustantivo lealtad. En cambio, en empobrecer, si se aplica sólo un afijo [32] el resultado no será una palabra existente: *empobre, *pobrecer. Prefijo y sufijo se aplican simultáneamente, constituyendo un único formante morfoló­gico –discontinuo– que se añade a ambos lados de la base léxica. Este segun­do caso se denomina parasíntesis.
Para establecer la estructura interna de las palabras, la morfología se ocu­pa de:
a. identificar los formantes morfológicos;
b. determinar las posibles variaciones que éstos presenten;
c. describir los procesos involucrados;
d. reconocer la organización de las palabras.

2. Identificación de los formantes morfológicos

Comparemos ahora las siguientes palabras: sol, sol-ar; sol-azo, quita-sol, gira-sol, solter-o, solaz. En las primeras cinco palabras de la lista (una sim­ple, dos derivadas y dos compuestas), se reconoce el formante léxico sol. Si bien la forma fonética de las otras dos incluyen la secuencia sol, en ellas no es un formante morfológico ya que no existe correlación entre la forma foné­tica y el significado. La motivación, es decir, la asociación entre la forma fo­nética y el significado, es uno de los criterios para la identificación de los for­mantes morfológicos.
Por otra parte, los formantes morfológicos son recurrentes, es decir, son re­conocibles o aislables en distintas palabras. Así, la partición sol-ar se justifica porque los dos formantes reaparecen en otras palabras: así, el segundo forman­te, con significado y función similares en: pol-ar, consul-ar, estel-ar, mol-ar.

3. Variación alomórfica

Un mismo formante morfológico puede estar representado por más de una forma fonética. Algunos formantes morfológicos mantienen su forma fonéti­ca en todas las palabras, complejas o compuestas, en las que aparece. Así ocu­rre en el caso de sol. En cambio, otros formantes presentan variación entre formas que alternan de acuerdo con el contexto. Estas formas alternantes se denominan alomorfos.
Para saber si se trata de dos alomorfos de un mismo formante morfológi­co o de dos formantes morfológicos diferentes, hay que tener en cuenta su dis­tribución (el conjunto de los contextos en que puede aparecer). Cuando a ca­da contexto le corresponde un alomorfo específico, la distribución de los alomorfos [33] es complementaria. Así, el plural de los nombres tiene tres alomorfos en español: -s, -es y 0, cuya distribución depende del contexto fonológico pre­cedente: casa-s, árbol-es, crisis. En cambio, en el prefijo negativo in-, que también tiene tres alomorfos, es el contexto siguiente el que condiciona la selección: in-útil, im-pensable, i-legal. En otros casos, el condicionamiento no depende de factores fonológicos sino morfológicos: así, el Imperfecto del In­dicativo tiene dos formantes -ba para la primera conjugación y -ía para la se­gunda y la tercera. En todos estos casos, pues, la distribución es complementaria –a cada contexto particular le corresponde una variante particular–: son todas variantes de un único morfema.

4. Los procesos morfológicos

Para dar cuenta de la formación de palabras complejas y compuestas, se re­quiere considerar las unidades morfológicas y las reglas que relacionan las for­mas básicas con las palabras resultantes. Las reglas que describen las modifica­ciones que afectan a una forma existente se denominan procesos morfológicos.
Ya hemos visto algunos de ellos:
a. afijación: consiste en la adición de un afijo a una base. Cada afijo se añade mediante una regla. El resultado es una concatenación de formantes morfológicos: en la formación de la palabra pre-histór-ic-o contamos tres re­glas de afijación (una de prefijación y dos de sufijación);
b. composición: es el proceso por el cual se forma una palabra a partir de dos o más formas libres: pelirrojo, caradura, limpiatubos;
c. modificación (vocálica, consonántica, acentual): la segmentación de los formantes morfológicos de una palabra resulta particularmente dificultosa cuando éstos se superponen. Así, en sup-e, no podemos disociar de la base el formante de tiempo y modo: la modificación vocálica y consonántica que opone sab- y sup- obedece a la inclusión de estos formantes gramaticales;
d. supleción: es la sustitución completa de una forma por otra: por ejem­plo, s-, e-, fu- son formas supletivas del paradigma del verbo ser, que no pue­den explicarse mediante la mera adición de afijos a una base común ni tampo­co por la modificación de una vocal o consonante del tema. La supleción se da generalmente en las clases cerradas de palabras: los auxiliares, algunos verbos de uso muy frecuente (ir), los pronombres personales. También puede enten­derse como supleción la alternancia que se registra entre algunas palabras y las raíces latinas o griegas correspondientes: hermano, fratern-, obispo, episcop-, ciudad, urb-, pero en este caso resulta difícil establecer si se trata de la misma unidad o de dos unidades que comparten aspectos semánticos; [34]
e. conversión: consiste en el cambio de categoría de un formante léxico sin la adición de ningún sufijo (por ello se habla aquí de "sufijo cero"). Algu­nos adjetivos se convierten en sustantivos: viejo, ciego, periódico. Asimismo, algunos adverbios se nominalizan: mañana, alrededores, tarde. Los partici­pios pueden convertirse en adjetivos: agradecido, aburrido, pelado.

5. La estructura de la palabra

Hasta ahora hemos reconocido los formantes de las palabras y los proce­sos morfológicos que los combinan o modifican. Como hemos visto, algunas palabras se forman mediante más de un proceso morfológico. Estos procesos siguen un orden, por lo que, si la palabra contiene varios formantes, hay que prever varios pasos para llegar al resultado final. Una condición que debe res­petarse es que cada uno de los pasos debe dar como resultado una palabra existente.
Por ejemplo, la palabra deslealtad contiene tanto un prefijo (des-) como un sufijo (-tad). ¿Se añaden ambos simultáneamente o uno precede al otro? En principio hay tres análisis posibles:

(1)        a. [des- [leal] -tad]
b. [des- [[leal] -tad]
c. [[des- [leal]] -tad]

El análisis de (a) supone que ambos procesos de afijación se realizan si­multáneamente. En los otros dos, uno precede al otro: en (b) el prefijo se aña­de al final, mientras que en (c) el orden es el inverso: el sufijo que cambia la categoría de la palabra se añade al adjetivo ya prefijado. Estos análisis pueden representarse también mediante diagramas arbóreos:


(2)              (a)                                          (b)                                                     (c)

des       leal        tad               des         leal       tad                            des        leal        tad

 

Cada uno de estos análisis, tanto los realizados mediante encorchetamiento como los efectuados mediante árboles, son hipótesis acerca de la es­tructura interna de esta palabra. Debemos seleccionar la más adecuada. ¿Có­mo hacerlo? [35]
Por razones metodológicas y teóricas, rechazamos el análisis plano de (a), que es el menos informativo: tanto en morfología como en sintaxis optaremos, cuando sea posible, por cortes binarios, ya que se corresponden mejor con la organización sistemática de la lengua. Tanto (b) como (c) cumplen con este requisito, de manera que será necesario añadir otro criterio suplementario pa­ra elegir el más adecuado. La mayoría de los afijos seleccionan la categoría de la base. Así, el prefijo negativo in- sólo se añade a bases adjetivales: inú­til, impensable, ilegal. El prefijo des- se aplica a bases verbales o adjetivales (deshacer, desconectar, desprolijo, descortés) pero no a bases sustantivas. En cambio, el hecho de que la base adjetiva esté o no prefijada no resulta perti­nente para la adición del sufijo -tad. El análisis adecuado es, entonces, (c).

6. Flexión y derivación

Una palabra como despeinó contiene dos tipos de afijos: un afijo flexivo –el sufijo -ó, que transmite información de carácter gramatical: número, per­sona, tiempo y modo– y un afijo derivativo –el prefijo negativo des-. Los afi­jos flexivos manifiestan las propiedades flexionales de las palabras variables: el género, el número, la persona, el tiempo y otros. La morfología flexiva se ocupa de estas propiedades flexionales y de su representación morfológica. La derivación, junto con la composición, forma parte de la morfología léxica que se ocupa de la formación de palabras. Señalaremos algunas diferencias rele­vantes entre flexión y derivación:
Formación de palabras: mientras que la derivación permite formar nue­vas palabras, la flexión sólo completa la palabra mediante información rele­vante para las reglas sintácticas.
Índole de ambos tipos de afijos: los afijos flexivos poseen significado estrictamente gramatical (género, número, caso, tiempo, modo, persona) que resultará relevante para la sintaxis, ya que pone de manifiesta relaciones es­tructurales entre palabras o frases. En las tardes tranquilas el género y el nú­mero del sustantivo tarde se imponen al artículo y al adjetivo mediante la con­cordancia. La flexión se aplica de modo regular y automático.
Los afijos derivativos, generalmente, poseen significados léxicos. Son muy numerosos los significados que pueden expresar. Entre muchísimos otros, mencionaremos algunos: "negación" (in-, a-, des-), "tamaño" (-ito. -ón), "lugar donde se expende un producto" (-ería), "colectivo" (-aje, -ío). Por otra parte, un mismo afijo puede tener más de un significado. Los afijos derivati­vos son, por lo general, polisémicos. Así, entre otros varios significados, -ero puede designar un oficio (por ejemplo, almacenero, verdulero puede parafrasearse [36] por "comerciante que expende X", en camionero, balsero, "el conduc­tor de X"), en limonero, duraznero, "árbol que produce X", en cenicero, re­vistero "receptáculo donde se deposita X". Al ser representado mediante un morfema ligado, este significado léxico queda gramaticalizado.
Especialización de las bases: la flexión se especializa para determinadas bases léxicas. El tiempo y el modo sólo se aplican a bases léxicas verbales. El género a bases sustantivas y adjetivas, con una diferencia: los adjetivos se flexionan en género (y número) para concordar con el sustantivo. En cambio, la mayor parte de los sustantivos no se flexiona en género sino que pertenece a un género. En efecto, el género es inherente en mesa, silla, ventana.
Los afijos derivativos también seleccionan la categoría de sus bases: el prefijo negativo in- selecciona bases adjetivas. Algunos, sin embargo, se apli­can a más de un tipo de base léxica: -izar a adjetivos o sustantivos (legalizar, electrizar, simbolizar). Un prefijo como super- no selecciona la categoría de la base: superhombre, supercontento, supervalorar.
• Los afijos flexivos no alteran la categoría léxica de la palabra. Al añadir­le el sufijo de plural a un sustantivo, el resultado será siempre un sustantivo. En cambio, los sufijos derivativos pueden preservar o alterar la clase léxica del tema. El siguiente diagrama representa estas posibilidades:


(2)                                                               N


V                                           A

La sufijación derivativa puede operar los siguientes cambios de categoría:

N  ——— V     período           periodizar       verbalizador denominal
N ——— A      arena               arenoso           adjetivador denominal
V ——— N      ofrece              ofrecimiento   nominalizador deverbal
V ——— A      envidiar           envidiable       adjetivador deverbal
A ——— N      puro                pureza             nominalizador deadjetival
A ——— V      puro                purificar          verbalizador deadjetival

Otros sufijos derivativos, en cambio, preservan la categoría léxica de la base:

N ——— N     arena               arenal
A ——— A      blanco             blancuzco
V ——— V      besar               besuquear [37]

A veces no resulta sencillo determinar si un sufijo es flexivo o derivativo. Es lo que sucede con la sufijación apreciativa (diminutivos, aumentativos y peyorativos): muchachito, casita, florcita; muchachón, caserón; casucha; feíta, feúcha, richachón. Algunas de sus características son propias de la flexión: es regular, no forma nuevas palabras ni altera su categoría. Sin embargo, la modificación que introduce no interesa a ninguna regla sintáctica ni expresa ninguna propiedad flexional. Estas últimas propiedades resultan decisivas pa­ra ubicar la sufijación apreciativa en el terreno de la derivación.

Fuente del documento: MANUAL DE GRAMÁTICA DEL ESPAÑOL http://coleccion.narod.ru/manuales/Tuliomanualdegramatica.doc

Sitio para visitar: http://coleccion.narod.ru/ y http://www.ssdnet.com.ar/edicial

Autor del texto: ÁNGELA DI TULLIO

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